
Aprendí a tener tranquilidad incluso en los momentos más difíciles, esa calma que me transmitía era única, y me daba lo que buscaba en cada instante.

entendí que cuando el mundo se desborda, a veces, lo mejor es observar en silencio, con los ojos entrecerrados y el alma abierta, dejando que el tiempo se tome su tiempo.

El me enseñó que el amor no siempre es efusivo, que puede ser un suave roce, un parpadeo lento, un ronroneo que me encuentra en la penumbra para recordarme que estar a veces, es suficiente.

Comencé a elegir con cuidado, a ser digno y libre, a amar sin exigencias, a encontrar belleza en la quietud, a confiar en la paz de cada pequeño gesto.

Aprendí a ser yo mismo, sin máscaras ni expectativas, a disfrutar del sol en una siesta tranquila, y a sentirme completo en la simplicidad de un momento.
De Mi Gato Aprendí…A amar en el profundo dolor de su ausencia.