Esta historia de amor, adopción y despedida con mi mascota comenzó en 2014 cuando conocí a Ciri, un pequeño gato negro que cambiaría mi vida para siempre. Ciri o Chiri, como le decía de cariño a mi gatito, llegó a mi vida de la forma más hermosa y menos esperada.
Mi pareja y yo decidimos adoptar un gatito negro o gris. Fuimos a una fundación a buscarlo. Efectivamente, allí encontramos una gatita gris, exactamente como la queríamos.

El Momento Mágico del Encuentro
Estábamos muy felices admirando a esta nueva integrante de la familia. La llamamos Lluvia o Yuyú, como le digo de cariño.
Entonces sucedió algo extraordinario. Un pequeño gatito trepó por mi pantalón hasta meterse en mi mochila. La llevaba hacia adelante y abierta. Sus maullidos y su mágica mirada me decían: «por favor llévame contigo».
Aunque suene loco, yo le dije «no te preocupes, te voy a llevar conmigo». Allí se quedó tranquilo como si lo hubiera entendido. Este era mi energético Ciri.
La idea era llevarnos uno solo. Pero al ver ese lugar de adopcion en condiciones tan difíciles y con tantos gatitos buscando un hogar, pensé que podría encontrar alguien que quisiera una mascota. Lo que no sabía era que su hogar fue mi corazón.
La Transformación de Ciri

Ciri era un gatito negro, chiquito, flaquito y con un gran problema de piel. Con mucho amor y cuidados fue curándose y creciendo tan fuerte hasta convertirse en una hermosa panterita llena de vitalidad.
Era atlético y juguetón. Le gustaba mucho el jardín, su lugar favorito. Como era tan territorial, no permitía que otros gatos se acercaran. Tenía la agilidad de trepar fácilmente a los árboles.
Era amoroso y siempre estaba a mi lado. Definitivamente, Ciri era la fiesta de la casa y Lluvia la paz y tranquilidad.
Los Primeros Síntomas de Alarma
En 2020 comencé a sentir que Ciri tenía un aliento bucal muy fuerte. Algo que la verdad me pareció normal. Perros y gatos siempre tienen un olor característico. Pero cada vez era más fuerte e insoportable.
A él le encantaba acostarse en mi pecho. La verdad, yo lo retiraba porque no aguantaba. Lo amaba, pero no aguantaba su olor. Muy lejos estaba yo de saber que esta situación desataría el dolor más grande de mi vida.

El Diagnóstico Devastador
Mi familia gatuna creció. Cuando tienes una manada, es difícil detectar quién come más o quién come menos. Cuando les das la comida, todos corren y dejan los platos limpios.
Pero en particular, comencé a notar que Ciri estaba perdiendo peso. Entonces presté más atención a su comida. Efectivamente percibí que manifestaba dolor al comer.
Examiné su boca y vi sus encías irritadas y con algo de sangrado. Allí comenzó el largo proceso médico desgastante y muy doloroso. Físicamente para él y emocionalmente para mí.
Gingivoestomatitis, ese fue el triste diagnóstico a los síntomas que presentaba Ciri.
El Tratamiento y Sus Consecuencias
Esta enfermedad se presenta en un porcentaje muy bajo en gatos. Se trata de una inflamación persistente y severa de los tejidos blandos. Incluye las encías, la lengua y las glándulas salivares, así como las mucosas que cubren las paredes de la boca, el paladar y la faringe.
Por lo avanzada de la situación, la doctora dijo que era mejor extraerle los dientes. Pero decidió no sacarle los colmillos porque según ella estaban buenos. Grave error. Estoy segura de que eso fue lo que acabó con la vida de mi gatito.
Fue la cirugía más triste y dolorosa. Lo sé porque cuando salió su cara estaba demasiado hinchada. Mi alma se partió en mil pedazos. Lo cuidamos demasiado bien pero tres meses después de la cirugía, los colmillos que le dejaron comenzaron a generar infección.
Efectivamente hubo que extraerlos. Otro sufrimiento, otro dolor para mi gatito. Esta vez peor porque al intubarlo para hacerle una biopsia, lo lastimaron tanto que quedó muy irritado. Tenía un sonido extraño en su garganta que hasta le dificultaba respirar. Tuve que nebulizarlo constantemente.
«Eso es normal y en poco tiempo va a estar bien», decía la doctora. Pero nunca fue así.

El Cuidado Especial y la Conexión Única
Después de muchos cuidados, sufrimiento y amor con mi gatito Ciri, fue recuperándose. Siempre mostraba fortaleza y energía que hasta pensé que por fin lo estábamos logrando. Llegué a sentirme más tranquila.
Por mi trabajo, me vi en la necesidad de buscar una persona que se ocupara de mis peluditos. En especial de Ciri, pues había que vigilar su alimentación y darle muchos medicamentos. Pero estos los organicé para dárselos yo misma en la mañana y en la noche.
Fue una persona maravillosa quien los cuidaba. Mi manada la aceptó con mucho amor. Eso me dio a entender que era la persona correcta.
No veía la hora de llegar a casa a ver a mi manada. En especial a Ciri, que sabía que me necesitaba.
Las Dudas y el Sufrimiento Silencioso
A veces me sentaba a analizar esta situación. Me cuestionaba, lloraba y hasta me culpaba por todo el sufrimiento que estaba pasando mi gatito. Tantos medicamentos, su dificultad para comer.
Aunque actuaba normal y todo el mundo lo veía normal, yo sabía que no era así. Mi corazón me decía que algo seguía mal. Yo sentía el sufrimiento de Ciri y me preguntaba: ¿será que lo estoy martirizando? ¿Será que no lo estoy ayudando? ¿Será que soy egoísta?
Yo vivía en total confusión. No quería lastimarlo ni prolongarle el sufrimiento. Pero al mismo tiempo guardaba la esperanza de que se iba a poner bien. Era lo que mi corazón más deseaba.
La conexión de Ciri y yo era tan única y mágica. Aunque tenía más gatos, esta relación era especial y lo fue desde el primer día. Él siempre a mi lado y yo pendiente de cada detalle.
Los Últimos Días Juntos
En 2023, Ciri estaba mucho más delgado a pesar de los cuidados que le brindábamos. Sentía que algo no estaba bien y para vigilarlo más, comencé a dormir con él.
Yo nunca dormía con mis gatitos. Pero quise asegurarme de que respirara y durmiera bien. Que no presentara dolor ni tuviera frío.
Los días pasaban y Ciri perdía vitalidad. Esa energía que lo caracterizaba, que lo hacía diferente a los demás. Esa luz se estaba apagando.
Ya no era esa hermosa panterita que trepaba árboles ni defendía su jardín. Solo tomaba el sol algunas veces y permanecía en mi cama.
El Momento de la Verdad
Mi corazón seguía diciéndome que algo no estaba bien. En medio de mi angustia, llamé a la doctora. Al verlo me dice que ella lo veía normal dentro de su proceso. Que no me preocupara y que siguiera vigilándolo.
Por alguna razón, la doctora me dijo que comprara una jeringa y fui a la farmacia. Ella me llamó y me dijo: «Bere, tu gato no está bien. Cuando regrese me dijo: te voy a decir algo que te va a sonar muy loco, pero cuando saliste por esa puerta, ese gato se tiró al piso revolcándose en el dolor más inmenso».
«Entonces, yo creo que cuando tú estás, él se hace el fuerte para que no sufras ni te angusties. Por eso no te manifiesta dolor, pero sí, él está muy mal y se tiene que ir a descansar».
Esas palabras sonarán toda mi vida en mi cabeza. Es algo que nadie quiere escuchar y lo que se siente, nadie puede explicarlo.
El Legado de Amor

Yo lo presentía, pero mi corazón no lo aceptaba. Ciri no quería que yo sufriera. ¿Cuánto dolor tuvo que soportar mi gatito por mí? ¿Cuánto tuvo que sufrir para que yo estuviera bien?
Allí la culpa vuelve a apoderarse de mí. Retrocedo en mis recuerdos para ver en qué fallé y lo que pude haber hecho más a tiempo por mi gatito.
El dolor solo me hace sentir culpa y enojo. Sí, estaba muy enojada con el mundo. Con los doctores por haberle causado tanto sufrimiento. Principalmente conmigo misma por haber permitido que le dejaran esos cuatro colmillos.
Aún tengo el alma rota y no sé cómo repararla.
La Preparación de Lluvia
En medio de tanto sufrimiento, seguía vigilando al resto de mi manada. Vi que Lluvia estaba presentando los mismos síntomas que Ciri.
No entendía por qué. Según me dicen, esta enfermedad no es contagiosa. Aunque llegué a pensar lo contrario, pues no veía otra explicación.
Otra vez tuve que tomar una difícil decisión. Extraerle los dientes a mi gatita. Pero esta vez le dije a la doctora que lo hiciera en su totalidad, así estuvieran buenos.
Así fue, y ahora ella lleva una vida sana. Es muy fuerte.
Sé que en el proceso de su enfermedad, Ciri preparó a Lluvia para cederle su lugar. Para ser mi compañía, porque sabía el sufrimiento que iba a quedar por su ausencia.
Lluvia era una gatita demasiado independiente y tranquila. De un momento a otro comenzó a compartir con Ciri. Al punto que dormían en mi cama.
Él le estaba dando su lugar y enseñándole a Yuyú a cuidar de mí para que no estuviera sola.
El Mensaje Final
Cuando entiendes el lenguaje de los animales es porque tienes una conexión muy especial con ellos. Desde tu alma y tu energía.
Al contar esta historia, tuve que omitir los detalles de despedida con mi Ciri. Las lágrimas y el dolor no me permitieron hablar. Para mí, fue volver a sentir su dolor y sufrimiento.
Ahora entiendo que aún no he elaborado mi duelo. Que aún estoy aferrada al dolor.
Solo quiero decirte, amigo lector, que cuando una o varias mascotas llegan a nuestra vida, ya vienen con una misión. Vienen a ayudarte a transitar algo con lo que no puedes lidiar tú solo. Si, Fue la despedida mas triste pero el mayor aprendizaje de mi vida.
Cada uno de mis gatos estaba y está enseñándome a transitar diferentes cosas de mi vida. Que yo nunca me hubiera enterado si Ciri y Lluvia no lo hubieran manifestado para hacérmelo entender.
No sé si me entiendas, pero cada cosa que me sucede, desde el estrés, mis gatitos lo manifiestan. Ahora entiendo que si yo estoy bien, ellos van a estar bien!
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